Cuñada de Anfiarao. Soberano de Argos. Casó a su hija Argía con Polinices, que había sido expulsado del trono de Tebas. Organizó una campaña para que Polinices recobrase el trono perdido. La expedición de los siete contra Tebas fue un fracaso y de los siete cabecillas solo sobrevivió Adrastro. Diez años más tarde organizó otra ofensiva contra Tebas con los hijos de los cabecillas muertos en la anterior campaña, éstos fueron llamados los Epígonos. Esta vez tuvieron éxito. Es nieto de Biante, el hermano de Melanpo, que había obtenido un tercio del reino de Argos en la división del mismo hecha por Preto. Cuando Anfiarao, biznieto de Melampo, dio muerte al padre de Adrasto (o bien a Prónax, hermano de Adrasto), éste huyó a Sición. Allí casó con una hija del rey Pólibo, que no había tenido ningún heredero varón, y le sucedió en el trono. Poco después consiguió también el trono de Argos y se reconcilió con Anfiarao, a quien dio como esposa a su hermana Erifile; al mismo tiempo, los reyes juraron que, si en lo sucesivo surgían diferencias entre ellos, las someterían al arbitrio de la muchacha y aceptarían su decisión. Una noche llegaron al palacio de Adrasto Polinices y Tideo, fugitivos de sus respectivas ciudades, y el rey los casó con sus hijas Argía y Deípile, porque en una ocasión un oráculo le había aconsejado que las uniera a un león y a un jabalí, y precisamente eran estos los distintivos que llevaban pintados en sus escudos los dos príncipes. Seguidamente, Adrasto se dispuso a restablecer a sus yernos en los tronos perdidos y empezó por organizar una expedición contra Tebas, patria de Polinices. Adrasto mandaba el ejército y a sus órdenes iban otros seis jefes: Polinices, Tideo (rey de Calidón), Anfiarao, Capaneo (descendiente de Preto), Hipomedonte (sobrino de Adrasto) y Partenopeo. Participaban, pues, en esta expedición las tres familias con derechos sobre el trono de Argos (ramas de Preto, Melampo y Tálao) y, de acuerdo con algunas tradiciones posteriores, otros aliados del resto del Peloponeso, excepto de Micenas, que no habría querido intervenir por desconfiar los Átridas del éxito de la empresa. El propio Anfiarao, que era adivino, había previsto el desastroso final, oponiéndose desde el principio a la expedición, pero Polinices sobornó a Erifile regalándole el collar de Harmonía, y Anfiarao, obligado por el juramento que había hecho a Adrasto, tuvo que someterse a la voluntad de su esposa. De camino hacia Tebas, el ejército argivo se detuvo en Nemea, y los jefes rogaron a Hipsípile (la esclava que cuidaba al pequeño Ofeltes, hijo del rey de la ciudad, Licurgo) que les condujera hasta una fuente; el niño quedó solo unos instantes y fue mordido por una serpiente, muriendo en el acto. Anfiarao vio de nuevo un mal presagio en este suceso, pero no fue escuchado por sus compañeros, que decidieron seguir adelante después de haber celebrado unos juegos fúnebres en honor de Ofeltes (los primeros juegos Nemeos, cuyos jueces vistieron siempre túnicas oscuras en señal de duelo). Al llegar juntos al río Ismeno, se encontraron con los tebanos, haciéndoles huir hasta sus propios muros, pero, iniciado el asalto de la ciudad, Capaneo, que había sido el primero en escalar la muralla, fue fulminado por el rayo de Zeus. Tampoco esta vez cedió Adrasto a la advertencia divina, y el ejército argivo fue aniquilado, pereciendo todos sus jefes salvo Adrasto, que consiguió huir gracias a su magnífico caballo Arión. Según la leyenda ateniense desarrollada en las Suplicantes de Esquilo, Adrasto habría acudido a Atenas para pedir a Teseo que le ayudase a rescatar los cadáveres de los argivos muertos en Tebas; Teseo le habría recibido fríamente, pero su madre Etra, conmovida por las súplicas de las madres argivas, habría intercedido en su favor, y los cadáveres habrían sido recuperados por la fuerza y enterrados después de Eleusis. Otra versión pretende que fue el propio Adrasto quien consiguió convencer a los tebanos para que le entregaran los cuerpos insepultos. Diez años después, el incansable rey de Argos organizó una segunda expedición contra Tebas, la de los Epígonos, integrada por los hijos de los caídos en la primera. Esta vez la ciudad fue tomada, y el hijo de Polinices, Tersandro, ocupó al fin el trono. En el relato de Pausanias, Adrasto pierde a su hijo Egialeo en la operación y, de regreso a Argos, muere de dolor en Mégara. Una versión posterior pretende que ambos se arrojaron a una hoguera, obedeciendo un oráculo de Apolo. Las dos guerras de Tebas, como las dos guerras de Troya, figuraban en la temática de la épica griega antigua e inspiraron numerosos poemas hoy perdidos; así, en Homero se encuentran alusiones a la caída de Tebas, y, por su parte, Hesíodo se refiere a ella en sus Trabajos y días, cuando afirma que Zeus aniquiló a dos generaciones de héroes, la primera en Tebas y la segunda en Troya. Ahora bien, si hasta hace poco el hecho histórico de la destrucción de Tebas no pasaba de ser una hipótesis, hoy, sin embargo, aparece confirmado por los restos arqueológicos del llamado palacio de Cadmo, que revelan una destrucción violenta de la ciudad, ocurrida en la fecha que le atribuye la epopeya, es decir, poco antes de la guerra de Troya. 2. Hijo de Polinices y Argía. Según Pausanias, habría sido uno de los Epígonos.
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