Mensajero de los dioses; hijo de Zeus y de Maya; dios de los médicos, de los comerciantes y de los ladrones. Conductor de las almas hacia los infiernos (con el nombre de sicopompo) y protector de los resucitados. Hermes, mensajero de los dioses, hijo del dios Zeus y de Maya, la hija del titán Atlas. Como especial servidor y correo de Zeus, Hermes tenía un sombrero y sandalias aladas y llevaba un caduceo de oro, o varita mágica, con serpientes enrolladas y alas en la parte superior. Guiaba a las almas de los muertos hacia el submundo y se creía que poseía poderes mágicos sobre el sueño. Hermes era también el dios del comercio, protector de comerciantes y pastores. Como divinidad de los atletas, protegía los gimnasios y los estadios, y se lo consideraba responsable tanto de la buena suerte como de la abundancia. A pesar de sus virtuosas características, también era un peligroso enemigo, embaucador y ladrón. El día de su nacimiento robó el rebaño de su hermano, el dios del sol Apolo, oscureciendo su camino al hacer que la manada anduviera hacia atrás. Al enfrentarse con Apolo, Hermes negó haber robado. Los hermanos acabaron reconciliándose cuando Hermes le dio a Apolo su lira, recién inventada. En el primitivo arte griego, se representaba a Hermes como un hombre maduro y barbado; en el arte clásico, como un joven atlético, desnudo e imberbe como puede comprobarse en el Hermes de Praxíteles, en Olimpia. Nacido de Zeus y Maya, hija de Atlas, en una caverna del monte Cilene, en Arcadia, este dios manifestó desde su más tierna infancia las dos cualidades principales a las que se vinculan todas sus funciones divinas, muy diversas: la inteligencia astuta y la movilidad. Al poco de nacer consiguió desembarazarse de sus pañales y con el caparazón de una tortuga, que encontró delante de la gruta, fabricó un nuevo instrumento musical, la lira. Luego se dirigió a Tesalia, donde robó 50 vacas de un rebaño confiado al cuidado de su hermano Apolo, que en ese momento estaba entretenido en ocupaciones galantes. Haciendo que la bestias marcharan hacia atrás condujo a los animales a través de toda Grecia hasta llegar a Pilos, donde los dejó escondidos en una caverna. Luego regreso a la gruta y volvió a meterse en la cuna con el aire más inocente del mundo. Apolo, señor de las artes adivinatorias, no tardó en enterarse de todo el asunto y acudir a Maya exigiendo la devolución del rebaño. Esta protestó indignada, mostrándole el niño dormido como un bendito. Apolo recurrió entonces a Zeus quien, al oir las desvergonzadas mentiras de Hermes, estalló en carcajadas y le ordenó que le devolviese el ganado. Apolo, sin mebargo, fascinado por los melodiosos sonidos que su hermano extraía de la lira, aceptó cederle el rebaño a cambio del instrumento. Hermes inventó luego la sirga (o flauta de pan) que Apolo también adquirió a cambio del largo cayado de oro que utilizaba para cuidar a sus rebaños. Un día Hermes separó con él a dos serpientes que luchaban entre sí. Amansados, los reptiles se entrelazaron en torno al cayado, este es el origen del caduceo, que, rematado generalmente por dos pequeñas alas, era entre los griegos el símbolo distintivo de los embajadores y de los heraldos (es distinto el caduceo de los médicos, que está formado por un haz de junquillos en torno al cual se enrosca la serpiente de Asclapio y va coronado por el espejo de la Prudencia). Dios mediador, es el mensajero de Zeus tanto ante los dioses como ante los hombres. Es él, quien trasmite a Calipso la orden de dejar partir a Ulises y quien revela a este último la planta mágica que le protegerá de los hechizos de Circe. Intérprete de la voluntad divina, desempeña en este sentido una función auxiliar junto a muchos héroes: Heracles, a quien proporciona su espada y al que protegerá muchas veces; Perseo, al que entrega el casco de Hades y las sandalias aladas; Frixo y Hele reciben de él el carnero alado de vellocinio de oro que les salvara de la muerte. Los propios inmortales le deben mucho: salva a Ares cuando estaba prisionero de los Alçoadas, socorre a Zeus en su lucha contra Tifón y el señor de los dioses se pone en sus manos para que le ayude a desbaratar las venganzas urdidas por la celosa Hera para matar al gigante Argos, guardián de la joven Io, o llevar a lugar seguro al pequeño Dionisio. De sus amores con diosas o mortales nacieron diversos hijos. Los más conocidos son Hermafrodito, Autólico -el abuelo de Ulises, el hombre de los mil recursos- y el dios Pan, nacido como Hermes en Arcadia.
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