miércoles, 23 de septiembre de 2015

MITOLOGÍA GRIEGA: IFIGENIA




Hija de Agamenón y de Clitemnestra. Su padre, general griego en la lucha contra Troya, la sacrificó a Artemisa para ser protegido por los dioses.# A fin de propiciar a los dioses, quienes retenían a la flota griega en Aulis mediante vientos contrarios. Según otra tradición, la diosa sustituyó a Ifigenia por una corza e hizo de la muchacha su sacerdotiza en Táuride. Ifigenia, hija mayor de Agamenón y de Clitemnestra. Antes de la guerra de Troya, cuando las fuerzas griegas se preparaban para zarpar de Áulide a Troya, un fuerte viento del norte retuvo a los mil navíos griegos en el puerto. Un adivino reveló que Ártemis, diosa de la caza, estaba furiosa porque los griegos habían matado a uno de los animales salvajes que ella protegía. La única manera de apaciguar a la diosa y obtener vientos favorables para zarpar era sacrificar a Ifigenia. Agamenón, enardecido por su ambición de conquistar Troya, aprobó el sacrificio. Hizo llamar a su hija a Micenas, diciéndole que se casaría con Aquiles, el mayor de los héroes griegos. Cuando la muchacha llegó a Áulide, la llevaron al altar de Ártemis y fue inmolada. De inmediato, el viento del norte dejó de soplar y los barcos griegos zarparon hacia Troya.
En las tragedias del autor griego Eurípides, Ifigenia no es sacrificada. Ártemis, que no permitiría que su altar se manchara con sangre humana, la sustituye por una cierva y lleva a Ifigenia a Táuride (actual Crimea). Allí se convirtió en la sacerdotisa principal del templo de la diosa. Los vientos regresaron entonces, permitiendo que la armada griega prosiguiera su viaje. Ifigenia permanecerá largos años al servicio de la diosa. Su cometido era sacrificar a todos los extranjeros que una tempestad hubiera arrojado a la inhóspita costaun día, sin embrago, reconoció en dos de las víctimas que debía inmolar a Orestes, su hermano, y a su inseparable amigo Pílades, a quienes el oráculo de Delfos había enviado a Táuride para expiar la muerte de Clitemnestra y traer a Atenas la estatua de Artemisa conservada en el templo de táuride. Ifigenia consiguió salvarlos enfrentándose al bárbaro rey de los tauros, Toante, y después de entregarles la estatua huyó con ellos hacia Grecia. Se instalará finalmente  en el Atica para fundar un santuario consagrado a la diosa cazadora, por fin apaciguada y satisfecha, en lo sucesivo, con sacrificios simbólicos.

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