martes, 19 de enero de 2021

ECIJA, SEVILLA



Écija es un municipio español, y una ciudad perteneciente a la provincia de Sevilla en Andalucía (España) y ubicado en la comarca del mismo nombre.​ Geográficamente se encuentra situada en el este de la provincia y asentada en el valle del Genil. Limita al noroeste con la provincia de Córdoba, al sur con la Sierra Sur de Sevilla y al oeste con la Campiña de Carmona. Écija se encuentra más cerca de Córdoba que de la capital provincial Sevilla.

En el año 2019 según el INE contaba con 39.873 habitantes.​ Su extensión es de 978,73 km², siendo la mayor de toda la provincia de Sevilla.​ Tiene una densidad de 40,74 hab/km² y se encuentra situada a una altitud media de 125 m s. n. m..

Aparte de la ciudad de Écija, el municipio se compone de ocho entidades de población: La Aceñuela, Los Arenales, Cerro Perea, Isla de Vicario, Isla Redonda, San Antón, Villanueva del Rey y Navalagrulla.​

Existen dos festividades que destacan: la Virgen del Valle, patrona de la ciudad, que se celebra el 8 de septiembre; y la Feria de Septiembre, que se celebra una semana después de la patrona.

Forma el Partido Judicial número 10 de Sevilla de su mismo nombre, que tiene a Écija, Cañada Rosal, Fuentes de Andalucía y La Luisiana como municipios.​

Popularmente conocida como Ciudad del Sol, la Ciudad de las Torres y la Sartén de Andalucía (por sus elevadas temperaturas, especialmente en verano), está considerada como uno de los centros artísticos más importantes de Andalucía.

El gentilicio de sus habitantes es «astigitano» o «astigitana», aunque es igualmente válido «ecijano» o «ecijana». El gentilicio de astigitano proviene del antiguo nombre que tuvo la ciudad antes de la ocupación romana, Astigi. En la época romana el nombre cambió a Colonia Augusta Firma. Durante la época de la ocupación islámica, a la ciudad se le dio el nombre de Istichcha, cambiando después a Medina Alcoton debido al cultivo del algodón a gran escala.
Paleolítico 

En la comarca astigitana vivió una población paleolítica de cazadores y recolectores. Los elementos más arcáicos corresponderían a unas culturas iniciales de graveras, caracterizadas por la presencia de complejos líticos de cantos tallados. Estas culturas se enmarcarían en el pleistoceno medio, localizadas en las terrazas altas del Genil.

Con el pleistoceno superior el hábitat discurriría preferentemente en las terrazas bajas, con industrias de cantos tallados evolucionados y piezas sobre lascas en cuarcitas y sílex.
Neolítico 

En esta época hay una tendencia al sedentarismo poblacional. En la comarca de Écija surge el poblado al aire libre, rudimentario y sin trazos de urbanismo, debido a la geología no cárstica.

Otro aspecto característico es la invención de la cerámica llamada a la almagra, dotada de un tratamiento llamativo de un color rojo intenso bruñido, proporcionado por el óxido de hierro y la acción oxidante de la cocción de los vasos.

Se excavan 'tholoi subterráneos o cuevas artificiales para el enterramiento colectivo. Estas cuevas artificiales se disponen como una semiesfera con un corredor de entrada orientado hacia el Sureste, excavadas en la greda, donde se acumulan los muertos con sus respectivos ajuares funerarios, o también adoptan la modalidad del pozo piriforme o silo.

En la comarca de Écija se han localizado innumerables silos de esta tipología, aunque falta por saber si estos silos corresponden a enterramientos colectivos o a silos o almacenes de grano calcolíticos, o pertenecen a otras culturas posteriores.

Sobre el vaso campaniforme, uno de los primeros ejemplares españoles procede de Écija. Fue hallado en 1888 y depositado en el Museo Arqueológico de Sevilla. Las puntas de flecha tipo Palmela, del contexto campaniforme, se han hallado también en Écija. Todo parece indicar una conexión cultural con la región portuguesa de la desembocadura del Tajo a través de Extremadura y Sierra Morena.
Edad del Bronce[editar]

La calcolitización había sido general y profunda, lo que adquirió tal peso específico que difícilmente se desarraigó sustituida por el bronce. Solamente había pequeñas intrusiones metalúrgicas nuevas, como la de la plata, el nuevo tipo de puñal o espada de remaches en la empuñadura, aparte del enterramiento individual.

La población se asienta sobre el Siglo IX a. C. en la zona conocida hoy como Cerro del Alcázar o de San Gil (“El Picadero”), siendo más o menos fortificada, junto al curso del río Genil. Es una zona muy apta para la agricultura, disponiendo de casas de planta oval o circular, diseminadas por el poblado.

Posiblemente a partir de la segunda mitad del Siglo VIII a. C. y durante todo el Siglo VII a. C. se opera un fuerte crecimiento demográfico.

En el bronce final, en los enterramientos se va imponiendo el rito de la cremación. A estos enterramientos sirvieron las losas o estelas grabadas halladas en Écija.
Edad Antigua y Edad Media 
Época romana

La romanización se produce en el Siglo II a. C., lo que borrará todo resto del horizonte ibérico.

Hacia el 14 a. C., en época de Augusto, se fundó junto al poblado turdetano la Colonia Augusta Firma para resolver los últimos problemas de la desmovilización, tanto de los soldados que procedían de las grandes guerras como los que quedaban en España de la guerra del norte. Fue adscrita a la tribu romana Papiria, cuando lo normal era que las fundaciones augústeas hispanas lo fueran a la tribu Galeria.

Fue cabeza del convento jurídico astigitano, uno de los cuatro de la provincia romana de la Bética, en el que se integraban las ciudades de Tucci (Martos), Iptuci (Prado del Rey), Ucubi (Espejo), Antikaria (Antequera), Urso (Osuna) y otras de más difícil localización. Su designación debió ser relativamente temprana, probablemente bajo Claudio.

La superficie alcanzaba las 66 Ha. aproximadamente; no siendo todas asignables a la fundación, sino que más bien hasta el Siglo III, la ciudad debió ir creciendo a la vez que transformándose. Los caminos principales eran la Vía Augusta que unía Astigi hacia el este con Corduba y hacia el oeste con Hispalis, pasando por Obúlcula y Carmo. Otro era el camino terrestre paralelo al Genil que hacia el norte comunicaba con Augusta Emerita a través de Celti y Regina y hacia el sur con Urso principalmente. Aparte, también debían de salir otras vías de menor importancia.

A su importancia estratégica sobre la Vía Augusta y junto al cauce del Genil o Singilis, antiguamente navegable hasta la ciudad, se unía la preeminencia de Astigi en el sistema de producción y exportación a larga distancia del aceite de oliva por todo el Imperio romano.

Sobre la década de los sesenta Astigi dispone de un colosal Foro que adquiere fama en toda la región, así como las lujosas termas debidas al prefecto Longino de la Tribu Papiria, y el grandioso anfiteatro construido al final de una de las principales vías, el decumanus maximus, al lado derecho de la calzada militar o Vía Augusta que venía de Hispalis. También estaba muy avanzada la obra del primer puente de piedra que se construía sobre el Singilis, en sustitución del viejo hecho con tablones.

La ciudad poseía un doble recinto amurallado, rojo en su exterior y blanco en la parte interior. Entre ambas murallas un relleno alcanzaba hasta las almenas.

Algunos historiadores sostienen que la batalla de Munda se produjo en las cercanías de Astigi (17 de marzo de 45 a. C.) entre Julio César y los seguidores de Pompeyo. Se trata de la última gran batalla de la segunda guerra civil de la República romana, la más peligrosa y difícil de las batallas de César, y aunque terminó venciendo, este llegó a pensar incluso en suicidarse en su momento crítico. Una de las ubicaciones propuestas es la loma en la que se encuentra el castillo de Alhonoz o Aljonoz, antigua fortaleza árabe situada en el término municipal de Herrera, entre las localidades de Herrera y Écija teniendo a sus pies el río Genil.

La leyenda atribuye a Pablo de Tarso la fundación de la Diócesis ecijana, que habría sido la primera capital de la Bética con sede episcopal.
Época visigoda 

En la Hispania visigoda fue sede episcopal de la iglesia católica, entonces conocida como Astigi, sufragánea de la Archidiócesis de Sevilla que comprendía la antigua provincia romana de Bética en la diócesis de Hispania. Fulgencio de Cartagena fue obispo de Écija, y como tal asistió al II Concilio Hispalense celebrado en el año 610.
Época árabe 

Esta época comprende desde el año 711 que se produce la entrada en la ciudad de las primeras tropas árabes al mando de Táriq ibn Ziyad hasta el 1240 momento en que la zona pasa a depender de la Corona de Castilla.

Tras la Batalla de Guadalete, hubo otra resistencia de partidarios del rey visigodo Rodrigo en Écija, por el cual tuvieron un enfrentamiento en los que hoy es conocido como la fuente de los cristianos. La ciudad se tomó por la fuerza de las armas y su conquista supuso un paso decisivo en el dominio árabe del sur de la península ibérica.

El nombre romano de Astigi, aparece en los primeros textos del emirato y el Califato Omeya como Istichcha que en ocasiones presenta la variante Isichcha, para pasar a Asichcha.

Écija fue siempre considerada como "ciudad rica", entre otras razones por la facilidad de regadío proporcionada por el río Genil. Uno de los sobrenombres árabes de la Écija andalusí era Madínat al-qutn, "la ciudad del algodón".

Écija constituía la capital de una Cora. La Cora de Écija perduró desde la organización estatal de Al-Ándalus, en el Siglo VIII hasta comienzos del Siglo XI. Hay distintas versiones sobre la extensión de la Cora de Écija, ya que algunos autores indican que era "relativamente poco extensa", cosa que no se ajusta con exactitud a los datos que pueden obtenerse de las fuentes árabes. La Cora de Écija se encontraba dividida en cinco aqalim.

A lo largo de toda la historia árabe de la zona, se resalta la importancia de la capital de la Cora como núcleo de comunicaciones, destacando la que unía Córdoba y Sevilla por el trazado de la antigua Vía Augusta. Esta calzada condicionó en cierto modo la historia de la Écija árabe.

Las líneas generales de su urbanismo eran herederas directas de la Astigi imperial, aunque hay sectores en los que no coinciden. En la actualidad pueden detectarse huellas del urbanismo árabe. El trazado de su muralla islámica aparece delimitado en el callejero ecijano de nuestros días con torres albarranas a la manera de las fortificaciones almohades. Dentro de recinto se disponían de cuatro puertas hacia el exterior:
Bab al-Qantara, oriental, que daba al puente sobre el Genil.
Bab Usuna en el flanco meridional.
Bab Rizq, en el flanco occidental.
Bab al-Suwayqa, en el flanco septentrional.

Otro de los elementos fundamentales se hallaba en el puente sobre el Genil. En las inundaciones de enero del 850, estas se llevan dos arcos del puente. Dada su importancia en la ruta mencionada anteriormente, debió ser restaurado casi inmediatamente.

El 1 de enero del 913 entra en la ciudad Badr, hayib del futuro califa Abd al-Rahman al-Násir, destruyendo el puente junto a las murallas de la ciudad. Casi noventa años después la calzada y el puente serán reconstruidos por Almanzor. Hasta el final de la época árabe se debió conservar el aspecto del puente como una obra sólida de sillería.

A la caída de la dinastía omeya en Córdoba, paso a depender de los Banu Abbad sevillanos, de los que continuarían dependiendo hasta el final del fecundo e interesante Siglo XI andaluz. Con la entrada de los almorávides en el país en 1091, Écija seguirá bajo el gobierno de Sevilla, a cuya historia se verá íntimamente ligada hasta el final de la etapa árabe, cuando en el 1240 pasa a formar parte de los territorios de la Corona de Castilla.

Uno de los edificios significativos de la Écija árabe, como en cualquier ciudad del espacio árabe-islámico medieval, era el de su mezquita aljama. A pesar de la entidad de la población no se han conservado mención alguna de otros lugares de culto musulmán. La mezquita está identificada con la iglesia de Santa Cruz, dato que concuerda con la existencia en los alrededores de un mercado, testimoniado a su vez en la denominación de la puerta más septentrional del flanco Norte del recinto: Bab al-Suwayqa. Debió consagrarse como mezquita aljama muy al comienzo de la ocupación árabe. Es un templo de cinco naves, sustentadas sobre columnas dentro de una construcción en piedra.

Dentro de la estructura administrativa existían los siguientes cargos. Al frente de la cora se encontraba el ámil o gobernador. Otro cargo de importancia es el Qadi o juez de la cora. Otro puesto señalado en aquel tiempo era el de sáhib al-salá o director de la oración en la mezquita aljama, aunque en ocasiones se adjudicó al Qadi de la cora

Como en el resto de Al-Ándalus, la población mayoritaria procedía de un núcleo preislámico, hispano-visigodo, al que se unió una minoría árabe originaria de Oriente y el Norte de África. En tiempos del Califato omeya de Córdoba podemos hablar de varias colectividades: mozárabes, árabes, bereberes y judíos. Écija contó con un nutrido colectivo mozárabe, de hecho existía una iglesia al lado de la mezquita aljama musulmana.

Buena parte de la población optó, sin embargo, por convertirse al Islam ante las ventajas sociales y económicas. Son los llamados muladíes o conversos.

Sobre el Siglo XII Écija disponía de importantes mercados rodeada de un cerco verde de jardines, explotaciones agrícolas de regadío y arboledas.
Época cristiana


La conquista castellana fue realizada por Fernando III en 1240. En ella, se somete a Écija a una ventajosa capitulación que garantizaba a sus habitantes musulmanes salvar no solo sus vidas y propiedades, sino conservar su propio estatuto jurídico, su religión, sistema fiscal y las autoridades tradicionales. Este hecho fue simbolizado por la entrega de la torre de la Calahorra. Estas capitulaciones estuvieron en vigor hasta, aproximadamente, 1262 o 1263.

Desde ese momento hasta su completa integración, Écija gozó de paz y tranquilidad, rotas tan solo en 1255 cuando se produjo el enfrentamiento entre Alfonso X y su hermano, el infante don Enrique. Parece que los partidarios del infante rebelde lograron hacerse con el control de Écija, antes de ser derrotados en los campos de Lebrija.

Ocupada la ciudad, Alfonso X comenzó a instalar en ella a pobladores cristianos. El repartimiento fue realizado por una comisión de partidores nombrados por el rey. Para dicho repartimiento se hicieron las siguientes operaciones:
División de la villa en cuatro distritos parroquiales, correspondientes cada uno de ellos a las diversas parroquias constituidas inicialmente en Écija. Se trazó una cruz imaginaria, cuyos puntos extremos serían las iglesias de Santa Cruz (cabecera), San Juan (brazo izquierdo), Santa María (brazo derecho) y Santa Bárbara (pie). En términos generales estos distritos urbanos se corresponden con los cuadrantes que resultan del cruce de los dos ejes viarios principales de la Écija romana.
Reparto de casas e inmuebles dejados por la población mudéjar a los pobladores, teniendo en cuenta, como era norma, la condición socio-militar de cada poblador.
División del término "en manera de cruz" y señalamiento dentro del mismo de dos sectores bien diferenciados: el ruedo de la villa, donde se concentrarían las huertas, los cultivos más especializados y algunas tierras de sembradura y dehesas; y una orla exterior, donde los partidores ubicaron las famosas 32 aldeas.
Deslinde del término de Écija.
Concesiones de donadíos en las 32 aldeas de Écija.

La fertilidad de la comarca y su nueva posición fronteriza con el reino de Granada hicieron posible un notable desarrollo económico y social.

En septiembre de 1275 se libró una batalla en las cercanías del municipio de Écija, cuyo resultado fue la completa derrota de las tropas del reino de Castilla, que fueron vencidas por los benimerines. El comandante del ejército cristiano, Nuño González de Lara "el Bueno", señor de la Casa de Lara y Adelantado mayor de la frontera de Andalucía, perdió la vida en la batalla, y su cabeza fue enviada en señal de triunfo al rey Muhammad II de Granada, aliado de los benimerines. Los supervivientes del ejército cristiano buscaron refugio en el municipio de Écija.

El municipio de Écija pertenceció a la reina María de Molina, esposa de Sancho IV el Bravo y madre de Fernando IV el Emplazado, aunque la soberana se vio obligada a cederla al infante Enrique de Castilla "el Senador" y, a la muerte de este último, pasó de nuevo a ser de la reina.

A finales del Siglo XIV, a partir de 1391, Ferrán Martínez, arcediano de Écija, movió con sus discursos una gran persecución contra los judíos por todo el Reino de Castilla, lo cual provocó muchas muertes y masivas conversiones del Pueblo judío.

Enrique III le concedió el título de ciudad en 1402
Edad Moderna


Écija pertenecía al tribunal inquisitorial de Córdoba. Entre 1558 y 1730 hasta un total de ciento catorce personas, relacionadas con Écija, fueron sentenciadas por este tribunal.

En el Siglo XVII había gran cantidad de conventos, cada uno con sus distintas órdenes: Nuestra Señora del Valle (jerónimos), San Pablo (dominicos), San Antonio (franciscanos observantes), La Anunciación de Nuestra Señora (capuchinos), Santa Ana (terceros de San Francisco), Madre de Dios (agustinos), Nuestra Señora del Carmen (carmelitas calzados), Nuestra Señora de la Concepción (carmelitas descalzos), Nuestra Señora de las Mercedes (mercedarios calzados), La Concepción de Nuestra Señora (mercedarios descalzos), La Victoria (mínimos de San Francisco de Paula), San Fulgencio (jesuitas), Las Marroquíes (concepcionistas franciscanas), Santa Inés del Valle (clarisas), Santa Florentina (dominicas), Espíritu Santo (dominicas), Los Remedios (carmelitas calzadas), Las Teresas (carmelitas descalzas), La Visitación a Santa Isabel (recogidas de la Visitación) y La Encarnación (mercedarias descalzas).

Los primeros gremios se organizan a partir del siglo XVI y alcanzan su máximo esplendor en el XVIII. Debe mencionarse la importancia que adquiere en la comarca de Écija la cría de caballos de pura raza española, anglo-árabe e hispano-árabe, actividad que se mantiene en la actualidad.

Su desarrollo económico se refleja en la gran cantidad de construcciones religiosas y civiles comprendidas entre los siglos XII y XVIII. El siglo XVIII es considerado el "siglo de Oro ecijano", debido a su riqueza económica y artística. En 1755 las torres de la ciudad fueron dañadas por los efectos del terremoto de Lisboa.

Écija está considerada como la "ciudad más barroca de Andalucía", gracias a los principalmente al anteriormente destacado "siglo de oro", de hecho fue tal la influencia de este arte en las construcciones de la época, que se llegó a crear el llamado "barroco ecijano", del cual existen evidentes muestras en edificios eclesiásticos y de la alta burguesía.

A comienzos del siglo XVIII en Écija solamente había para la iglesia 8 médicos y 3 matronas.
Edad Contemporánea 

Durante la guerra de la Independencia, las iglesias de Écija sufrieron los saqueos del ejército francés.

En septiembre de 1879 se abrió al tráfico el tramo Marchena-Écija de la prevista línea Marchena-Valchillón,24​ lo que supuso la llegada del ferrocarril al municipio astigitano, que contó con una estación de ferrocarril propia. El resto del trazado se completó en 1885,25​ permitiendo que Écija quedase conectada con el resto de la red ferroviaria española. Esto facilitó considerablemente el movimiento de personas y mercancías hacia Córdoba, Cádiz o Sevilla. La línea férrea se mantuvo en servicio hasta su clausura en 1971.

La ciudad fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en el año 1966.








































































































































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